miércoles, 11 de julio de 2007

Cultura política en San Marcos

Por Henry Huertas Arrieta
(
henryhuertas@yahoo.es)

El mejor momento para detectar la cultura política de un país o de una ciudad -en especial en las regiones colombianas-, sin lugar a dudas es el período electoral.

Es en este momento en el que se manifiesta claramente el uso que el ciudadano hace de las elecciones populares con el fin de obtener beneficios individuales o sociales; hasta aquí no tiene ninguna complicación, pero cuando llegamos a los medios mediante el cual los políticos intentan granjearse los votos de los electores empieza el problema y comienza a reflejarse la cultura política.

Aunque esto no debiese ser así, sino que la cultura política debe estar manifiesta antes, durante y después de la elecciones, ya que la política no comienza y termina con las elecciones, pues el ciudadano es un agente activo de la determinación que se toma con lo público, en donde cada decisión de este tipo inexorablemente redundará en sus intereses individuales y colectivos; de manera que la actividad política es mucho más que una simple elección: es una actividad constaste en torno a lo público.

Para el municipio de San Marcos este análisis no es nada ajeno, más cuando están próximas las elecciones de gobernador, diputados, alcalde y concejales; de modo que es fácil auscultar la cultura política que se manifiesta en el territorio sanmarquero, cultura en la que se enmarcan muchos vicios políticos que se han enquistado en la mentalidad colectiva por mucho tiempo, que de algo patológico se convirtió en algo normal; es decir, que al hacerse no se convierte en nada amoral y peor, no se siente que se está actuando mal.

Vicios políticos como el clientelismo y sus diferentes medios de obtención de votos a través de ofrecimientos de cargos públicos, prebendas, compra de votos, consultas médicas e intervenciones quirúrgicas, cementos, laminas de Eternit o de zinc, entre otras. Todo esto con el exclusivo fin de obtener la alcaldía o las honorables curules de concejal.

Del clientelismo se derivan otros vicios como la privatización de lo público, durante el período del gobierno del alcalde electo, es decir, el ciudadano del municipio que no votó por el nuevo alcalde se siente asimismo excluido de la participación publica de San Marcos, pareciese que su posición de ciudadano activo, esta vez es de espectador, pero con la mera esperanza que en la próxima elecciones los espectadores serán los que están gobernando.

El vicio del clientelismo en San Marcos también incuba el paternalismo, es decir, los ciudadanos se convierten en receptores de los ofrecimientos de los gobiernos de turnos, seres pasivos que piden para que se les de, y sin ninguna iniciativa popular, pese a sus muchas carencias sociales y a los múltiples mecanismos de participación ciudadana que ofrece el Estado en sus leyes; no obstante, sigue reinando el recibir que el producir, el acatar que el participar.

Del igual forma, el personalismo es otro vicio político, por la sencilla razón que no se vota por proyectos políticos o planes de gobiernos, sino por la persona, porque es de la familia “x” o de la “y” o porque es buena gente o me cae bien o porque hizo tal cosa o porque es hermano del “docto” y otras muchas más razones subjetivas alrededor de la persona.

Y por último, el personalismo aunado a la corrupción, productos ambos del mismo clientelismo, causa el vicio de la falta hegemonía; es decir, de continuidad por varios períodos en el poder local del movimiento político, esto se nota cuando el elector vota no a favor de alguien sino en contra de alguien, que generalmente es la persona que esta en la alcaldía, pareciese que el movimiento político, -o mejor, para seguir con el vicio del personalismo-, el alcalde le hiciese con sus actuaciones públicas proselitismo a favor de los candidatos contrarios para que lleguen al poder.

Pero la pregunta que brota de lo anterior es ¿de dónde surgen estos vicios políticos en San Marcos? Consuelo Corredor Martínez en su libro Los Límites de la Modernización nos da luces para responder cuando dice que se origina porque en “las regiones pobres constituyen un terreno apto para que se arraiguen las relaciones tradicionales de compadrazgos, de lealtades y de subordinación a quien o quienes ofrezcan suplir una mínima carencia”.

Pues cómo no va ver estos vicios políticos en San Marcos cuando existe un número de necesidades básicas insatisfechas, desempleo, analfabetismo, deserción escolar, baja cobertura en salud y la perenne miseria. Por más que un proyecto político intente a mediano o largo plazo resolver estas problemáticas, la inmediatez de la miseria no lo deja levantar del suelo, pues los sectores vulnerables de la población viven el hoy, comen hoy, enferman hoy, ya que al día mañana de pronto no llegan sino resuelve el hoy. De manera que estos proyectos políticos no le sirven, en cambio quien les ofrece suplir una mínima carencia del hoy a cambio de su voto, le sirve de mucho, aunque estén firmando la escritura eterna de su miseria y la de sus futuras generaciones.

Finalmente, miseria y vicios políticos se convierten en círculo vicioso, en donde la politiquería necesita la miseria para seguir reinando y anquilosando a la sociedad.

San Marcos del Carate, 30 de mayo de 2007